“Existen tres reglas para escribir una novela. Por desgracia, nadie sabe cuáles son.” W. Somerset Maugham Siempre nos hablan de las reglas. ¿Quiénes nos hablan de reglas? Si las reglas tratan sobre la integridad de las personas, si defienden sus derechos, si estas son sobre el ambiente y los derechos de los animales, yo las evalúo y las pienso mucho con el fin de poner en práctica aquello que vaya de acuerdo con el bienestar e integridad de cada existencia. Por otra parte, cuando las reglas tienen que ver con la creatividad, entonces cuestiono y desafío la fórmula de estas reglas con otra visión, una más egoísta. Mi mente tiene una dualidad indestructible y esa dualidad se mueve entre mi razón y mi intuición. No he podido cambiar esta forma de funcionar desde siempre. Aunque tengo que reconocer que lo he intentado. He intentado ser parte de lo me rodea, aún cuando lo que me rodea no siempre es parte de mí. Hoy, vivo diferente, pienso diferente, al menos en este aspecto de seguir las reglas y ya, y definitivamente no me interesa ser parte de aquello que no se integra a mí de manera natural. Yo sigo las reglas si las reglas me siguen a mí ;-). Entonces, vamos al tema que me trae a esta entrada de blog. Es que creo, pienso, que existen demasiadas expectativas a la hora de escribir. Ojo, que no estoy hablando de publicar de inmediato. Estoy hablando del oficio de escribir. De escribir porque nos llama esto, porque nos gusta, porque lo amamos, porque a través de esto somos, etcétera. Se espera ortografía perfecta, se esperan historias completas, se espera que una historia sea narrada en un orden y una forma específica, casi de una manera asfixiante que es capaz de convertir todas las historias en la misma. Y es que el final de nada llega nunca. Si la vida es un círculo que da vueltas porque no se trata de ti o de mí, o del perro, o del árbol. La vida va de todos. Y las sonrisas y las lágrimas surgen y caen desde diferentes ojos. Y las ramas de los árboles y las colas de los perros se mueven con el viento y con las caricias de las manos. Y seguimos pensando en lo mismo pero también en lo distinto. Y es que todo es necesario. Nada se cancela; igual que la energía, solo se transforma, cuando cancelas solo transformas y no siempre es para bien. Así que pienso que la ortografía y los errores se deben trabajar, pero después. Después de que las historias vivan y existan. Por eso, te voy a contar mis reglas a la hora de escribir. Con ellas solo deseo que crees y afirmes las tuyas y escribas con esa determinación que solo te da el ser tú. No necesitamos más la misma historia o tal vez sí, pero de otra manera. Necesitamos las historias de todos y todas y todes y todxs. Necesitamos historias que se lean, que se sientan, que se interpreten como sea. Pero que no tengan tanto pero a la hora de existir. Si la historia es tuya, y la sientes y te mueve, pues que sea. A continuación, comparto mis reglas: La primera regla para mí es seguir mi intuición. He puesto la confianza en mi intuición de que si una historia debe existir, yo la escribo. Me he quitado la exigencia de que si gusta o no porque demasiadas veces me ha tocado no encontrarme en una historia. Y yo quiero encontrarme. Así que la escribo. Porque alguien, en algún lugar, en algún cuerpo encontrará lo mismo que yo, o tal vez cosas nuevas y eso es aún más maravilloso. La segunda regla que sigo es la de experimentar. No me gusta saber todo lo que va a pasar en mi historia. Me gusta meditarlo y soñarlo. Me gusta escribir diferentes alternativas. Me fascina encontrar a los personajes en mis pensamientos. Así que experimento. Busco formas alternas de decir lo mismo. Busco ritmo en mis palabras, en mis oraciones y mis párrafos. Y a veces lo rompo. Como si tirara un plato al suelo y quedara hecho añicos. Así. Y a veces lo armo y lo construyo y lo abrazo cuando lo escribo y le digo cosas lindas como se le dicen a las flores, a los niños y a los animales. Así. La tercera regla es la más importante, y es que siempre puedo cambiar las reglas anteriores. Nada puede ser definitivo, nada está impuesto en mi escritura. Es mi universo y sus leyes cambian. Como cambia todo. Es que la escritura debe tener movimiento, existencia y no me permito pensar que eso funciona de una sola manera. Porque no, porque yo quiero que esas palabras se muevan, que se muevan sin mí. Que sigan su camino sin mí. Y no puede ser que las quieran frenar solo porque su fórmula me la inventé yo o porque su fórmula se inventó sola a través de mí. Así que ve, crea, construye, decide cuáles son tus reglas. Cuando todo esté dicho, cuando todo se sepa no va a tener sentido escribir. Estoy segura que ni siquiera lo vamos a querer hacer. Mientras haya algo que decir, las historias van a nacer de cada persona que escriba. Así ha sido. Así es. Así será. Así. Gracias por leerme, Sarah Rubí
2 Comentarios
|
Sarah Rubí - EscritoraSoy una secuencia de ADN con tendencia a vivir. Archivos
Febrero 2023
|